Ni pequeñas princesas, ni niñas de cuento de hadas. Aquí no encontraréis príncipes azules, ni finales felices. Aquí os espera el Rock N'Roll, la soledad y la tristeza. Os espera un mundo que tiende a perderse en la oscuridad... para encontrarse, sólo de vez en cuando en un beso del alma.



23.3.15

"La vida sin cultura"

El último trabajo al que me he tenido que enfrentar en la carrera pasa por leer un artículo en que un señor que se dice escritor comenta cuán inculta es la generación actual. 

Lease, la mía. 

Voy a ir por partes.

Dice de nosotros que somos pseudolectores. Esto es, que según él, soy una persona que (y cito textualmente) "rehuye las cinco condiciones mínimas inherentes al acto de leer: complejidad, memoria, lentitud, libertad y soledad".

Veamos. Primero de todo, no estoy de acuerdo:
1.La lectura ligera existe. No hay complejidad externa o aparente en el teatro ligero de Shakespeare, y nadie se atrevería a tildarlo por ello de mala lectura, ¿o sí?  No la hay en El Hobbit, ni la hay en, qué se yo, Harry Potter, Y no por ello carecen de matices y belleza, y te llenan por dentro de uno u otro modo.
2. Memoria. no discutiré que hace falta, pero no la del cerebro, sino la del corazón. Un buen libro es el que recuerdas con emoción y quieres compartir. Si solo lo recuerdas, si no te produce impresión, del tipo que sea, no es un buen libro. Es solo un libro.
3. ¿Lentitud?. Soy una lectora rápida, mi velocidad media ronda las 9 sílabas por segundo. Y eso no significa que no sepa leer, que no disfrute, que no entienda o que no sienta. 
4. Se puede leer por obligación y aún así disfrutarlo y aprender de ello (mi caso, por ejemplo, con El Camino de Delibes). 
5. Se puede leer en compañía, tomando turnos para leer. Se puede leer en compañía, cada uno con un libro. Se puede leer en compañía, leyendo y sintiendo para otra persona.

Segundo. Sí concederé que muchos de los best-sellers actuales no valen nada. Pero no son todos. Y porque un libro sea best-seller, no significa nada. Porque de verdad que yo hay libros que no me puedo creer que sean best-sellers. No me entra en la cabeza.
Despreciar al lector promedio, y al bookworm por atrocidades del tipo fifty shades es a la vez denigrante e injusto. Y habla de cuán poco, señor mío, conoce usted a los lectores de verdad.  

Caballero, se dirige usted a mi también. A mi, que aprendí a leer antes de saber articular correctamente mi primer apellido (decía guaguara, sabe Dios por qué). A mí, que leí El sueño de una noche de verano a los doce, y que me se de memoria pasajes de Shakespeare, Calderón, Quevedo, Bécquer o  el Duque de Rivas. A mí, que he crecido leyendo, que he sido capaz de aislarme totalmente. A mí, que crecí sin más amigos que mis libros. Señor mío, me falta usted al respeto con esa crítica generalizada, exagerada y dura. Porque dice de mi que soy una Belén Esteba cualquiera. Y permítame decirle que seguramente no lea nunca estas líneas, pero que yo sí he leído las suyas, y me parece muy triste que recurra al facil argumento de "los jóvenes no leen". Como dijo Javier Ruescas, los jóvenes sí leemos. Y mucho.

Pero es que el coso este que se ha tildado de artículo (afortunadamente, de opinión y no como cosa seria) no se queda ahí. Afirma también que  alega que se ha sustituido la cultura de la palabra por la de la imagen, y que ésta es superflua y vacía. Y se pregunta, rimbombante (nueva cita textual), "¿Alguien tiene tiempo de pensar en la ambigua ironía de Leonardo, o en la sensualidad de Botticelli, o en el sereno dramatismo de Miguel Angel?. Es mas, ¿alguien piensa que tiene que pensar tales cosas?" 

De nuevo, me habla usted a mí. A mi, que lloré en la Sainte Chapelle de pura belleza, que necesité sentarme (y ojalá exagerara) en los relieves asirios del Louvre. A mi, que me enamoré del Juan Bautista de Leonardo que me miraba solo a mi. A mí, que me arrodillé ante Napoleón en su coronación sin poder evitarlo. Me habla usted a mí, que tomé mis apuntes del bachillerato de derecha a izquierda como homenaje al gran genio De nuevo, sí. yo soy el alguien por el que pregunta. Y no soy la única, aunque usted parezca pensar que no existimos. 

Caballero. Generaliza usted, y humilla a los que no encajamos en ello. Parece creerse de una rama superior de la especie humana. Y desde mi humilde blog le digo que eso no es así. Es tan humano como yo, y como cualquier persona sensible. 
Y la razón por la que me siento personalmente ofendida es porque me ataca usted por mis dos flancos más amados, los libros y el arte. 
Precisamente porque he llorado a lágrima viva por un personaje días después de cerrar el libro, porque siento vacíos existenciales tras un buen libro, ligero o no, porque releo buscando matices, y siempre los encuentro. Precisamente porque siento, porque bailo y toco música, porque río y lloro con un buen cuadro y me conmueve el frío mármol.
Precisamente por eso, señor mío, puedo decirle que está usted equivocado. 
Muy equivocado. 
Y yo me precio en ello.