Ni pequeñas princesas, ni niñas de cuento de hadas. Aquí no encontraréis príncipes azules, ni finales felices. Aquí os espera el Rock N'Roll, la soledad y la tristeza. Os espera un mundo que tiende a perderse en la oscuridad... para encontrarse, sólo de vez en cuando en un beso del alma.



11.2.12

refuge.

De pequeña tenía un refugio, en el que me escondía tarde si y tarde también, al volver de clase. Como estaba sola en el salón, cerraba las puertas, reubicaba los sillones... y estaba listo. Soñaba que vivía en una residencia de estudiantes, del tipo americano, como sale en las series: esas chicas preciosas, infinitamente atractivas, con amigos, con suerte, con talento y sin problemas. Esas que visten con el uniforme de cheerleader para ir a clase.Yo quería eso para mí. No el tema pija, sino el resto. Y mi imaginación me lo traía, por un rato. En mi imaginación, sí, tenía amigos con quien pasar cada tarde. chicas como yo quería ser. Era fantástico. Solía pasearme con una vieja camisa de mi padre, de rallas azules y blancas. La misma que llevo ahora puesta, y que, aunque en su momento me quedaba enoooorme y la llevaba de vestido, ahora me queda como un guante.
La mía no fue una infancia como la de mis amigas. Ellas salían con sus madres al parque a diario... yo creo que fui con ella una vez, diez minutos, a los 11. La veía poco, trabajaba mucho. Es una luchadora, ahora lo veo con orgullo. Entonces también, no me malinterpretéis, pero tenía el regusto amargo de rabia al ver que todos mis amigos quedaban en el parque, y yo nunca iba. Me sentía apartada, pero no me importaba...demasiado. Tal vez por eso ahora soy como soy, y prefiera estar sola que con gente. Ese tipo de infancia, de ver tele (poca), leer (mucho), y crear personajes, diálogos, lugares... en los que pasar mis tardes entre los 5 y los 12 años, o tal vez más,  me hizo una solitaria. Me llevo mejor conmigo misma. No es que sea misántropa, tampoco. Pero no temo estar sola...
Ese refugio se perdió con mis tardes libres, todo a una. O tal vez fue cuando acepté que esa nunca sería mi vida, y que no podía soñar tonterías así, que no tenía siquiera derecho. No valía nada, cómo me atrevía a imaginarlo siquiera. O eso me hicieron creer. Eres fea, estas gorda, estas SOLA, no caes bien a nadie. Esa cantinela me recibía cada mañana. Me crearon complejo, claro. Se que nunca fui una miss, pero, ¿era necesario?. Se que no soy guapa, se que estoy gorda. Lo se, ¿vale?, LO SE. Y me lo siguen repitiendo: gorda. Inmadura. Crece de una vez. Ese mantra me sigue. Me lo repetía, y me lo repito, cada día, cuando me veo guapa ante el espejo.Para no creer cosas que no son. Sí, estoy muy acomplejada, pero por cosas que se que son verdades. Pero eso no le quita crueldad al hecho de repetírmelo a diario, a  la menor oportunidad.
Mi manera de vestir siempre fue objeto de burla y dura crítica. ¿Siempre?. No, siempre no. En aquel refugio, aquella residencia de estudiantes que yo cree para esconderme... allí, no. Allí me aceptaban tal cual era, tal cual soy, con mis looks raros, mi mal carácter y mis ganas casi continuas de llorar, que persisten. Con mis sonrisas falsas y mi risa estrepitosa. con la nariz fea que tengo, calcada a la de mi abuela, y mis kilitos de más. Aquella utopía me hacía sentir que valía la pena. Algo que, al abandonarla a traición, olvidé cómo se sentía.
Ahora sé que valgo, los de verdad me lo han demostrado. Que se hacer algo, aunque ese algo sea desvariar ante el teclado de un ordenador y colgarlo en la red por si a alguien le interesa.Que soy importante para alguien, quizá.
Pero hoy, sin previo aviso, mi refugio me ha abrazado, y, por un instante, solo un instante, he recordado lo que se sentía. y la sonrisa ha bailado en mi un tango con las lágrimas.

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