Encontré mi corazón, después de más de un año sin saber que no lo tenía, metido en una cajita cubierta de polvo. Me esperaba. Y cuando lo descubrí, bailamos juntos un tango de miedo y esperanza. Las lágrimas ganaron. Volví a llorar todo el polvo que se había acumulado en mí y le hice sitio.
Ya iba siendo hora.
Bécquer tenía razón. Durante un año lo que yo tuve "no es corazón. Es una máquina que al compás que se mueve hace ruido." Eso, por suerte es historia. Ahora digo que tengo corazón, y no porque sienta sus latidos. (En algún lugar, Gustavo Adolfo sonríe).
Ya iba siendo hora.
Bécquer tenía razón. Durante un año lo que yo tuve "no es corazón. Es una máquina que al compás que se mueve hace ruido." Eso, por suerte es historia. Ahora digo que tengo corazón, y no porque sienta sus latidos. (En algún lugar, Gustavo Adolfo sonríe).
Y yo ya no soy de hielo.